







Podría escribir cientos de páginas de lo que me ha enseñado y dado dedicarme a la música pero aquí voy a enfocarlo brevemente.
Estuve en activo desde septiembre de 2021 hasta julio de 2024. Empecé pinchando en digital pero a finales del año en que inicié, cambié a vinilo. Es el formato que consideré correcto para hacer lo que quería hacer de la manera más fiel a mi mismo.
En agosto de 2019 me fui solo a Berlin, era mi primera vez. Fui porque creí que podría ser un lugar interesante para mi, había oído algunas cosas que pasaban allí y quería verlas. Esto es un tópico, pero fui a BH y aluciné. Ahí entendí qué es la música electrónica y porqué existe. Cogí mis sensaciones y volví a casa con una única idea.
Mi camino en la música es el ejemplo de hacer algo con tanta pasión, que lo que estás haciendo es imposible desde todas las perspectivas menos desde la tuya. Y es precisamente esto lo que te permite conseguirlo. Esa irracionalidad que proporciona la pasión ha sido en mi caso el motor de esta aventura. Estaba absolutamente obsesionado con pinchar y producir, era una especie de fuerza de atracción divina que me usaba para satisfacer sus necesidades y deseos.
Cuando empecé a dedicarme a ello profesionalmente, empecé a decepcionarme con algunas cosas. Lo que sentía en mi casa pinchando imaginándome haciéndolo en un club, no era lo mismo que hacerlo. La idea que tenía era muy diferente de la realidad. Y lidiar con esto fue algo que no supe hacer.
Todos construimos una idea de cómo creemos que algo tiene que ser o de lo que eso es. La idea que yo construí no era la que me encontraba normalmente en los lugares en los que pinchaba o acudía como espectador. Esto es lo que provocó mi desilusión y su consecuente sufrimiento.
Dí todo lo que tenía y enseñé todo lo que soy. No quedó ni un rincón de mí en cada una de mis sesiones.
Viví experiencias increíbles que han contribuido a mi formación emocional.
A día de hoy, el sentimiento que tengo por la música electrónica sigue siendo idéntico al que tuve el primer día.